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lunes, 14 de enero de 2013

La enfermedad de Zombi



   Ayer, leyendo el libro de José Ramón Alonso, descubrí la existencia de una curiosa enfermedad, llamada el “síndrome de Cotard” o de zombi. Es una de las enfermedades mentales raras, donde la persona cree que ha fallecido, que su alma se ha ido y queda sólo la piel y los huesos, ya que todo lo demás ya se ha desintegrado o está en el acto de putrefacción. Además el afectado afirma, que siente como los gusanos se deslizan y lo comen en su interior.
  Esta enfermedad se relaciona con un trastorno esquizofrénico, mental o/y bipolar. Algunas personas presentan tendencias suicidas, por que como ya están convencidas de que ya están muertas, creen que son inmortales y pueden morir las veces que les dé la gana; porque el alma hace tiempo que abandono el cuerpo y el cerebro se ha descompuesto, por esta razón creen que no sienten dolor, ni emociones.
   El descubridor de este síndrome fue Jules Cotard (1880), un neurólogo francés, y su primera paciente fue una mujer de 43 años que afirmaba estar compuesta tan solo por piel y huesos. Cotard le diagnosticó un estado depresivo exagerado.
   Hay 2 tipos de esta enfermedad:

  •   El enfermo cree que su cuerpo ya está muerto
  •  El enfermo cree que ha perdido su alma

   Las personas con el síndrome de zombi experimentan algunos cambios mentales y emocionales: se les atrofia la parte del cerebro llamada el lóbulo frontalmedial, que corresponde  a la memoria emocional, además de otros componentes cerebrales los que afectan a memoria y aprendizaje.
   El ser de zombi forma parte de la cultura vudú. La palabra procede del vocablo angoleño “nzambi” que significa “espíritu de una persona muerta”, son humanos sin alma.
   En las ceremonias haitianas de vudú se utiliza un “polvo zombi” que es una neurotoxina poderosa que bloquea las terminaciones nerviosas. El vudú en sí, se basa en una relación dinámica entre el mundo material y espiritual. Según los haitianos, nosotros vamos a la iglesia y hablamos sobre dios, quizás con dios. El practicante de vudú baila en el templo y se convierte en dios.
  Resulta que el “polvo zombi” no solo es utilizado en vudú, sino también entre las avispas esmeraldas, “Ampulex compressa”, las que inyectan el veneno en el sistema nervioso de la cucarachas; después guía al insecto (drogado) a su madriguera, donde planta sus huevos en el abdomen. La inyección del tóxico hace que la cucaracha no se mueva y cambia su metabolismo para almacenar más nutrientes. Todo ello, para que las larvas de la avispa nazcan, tengan comida y devoren a la cucaracha por dentro, que por cierto, se mantiene con vida durante todo el proceso.
    ¡Esto sí que es una historia de terror y no “The walking death”!

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